Estoy a favor de esta antigua frase. Hay muy poca o nula preocupación de lo que proyectamos que me parece que no estamos viendo que en realidad, perdemos puntos y muchos ceros.
Te explico porqué.
Hace poco un amigo me platicó que tuvo la cena de cierre del máster en Marketing Digital que cursó. Durante la cena lo sentaron al lado de un compañero de clase con el cual no había cruzado palabra. Como los sentaron un poco a fuerza, conversaron y mi amigo me dijo, “Alix, lo ví cada semana y nunca pensé que fuera el tipo de persona que supiera todo lo que sabe, no se le veía.”.
El estilo o uniforme masculino, es importante porque refleja quién es él, cómo piensa, cómo opera; sin decir una sola palabra.
El aspecto barato (este término podrá sonar raro), pero lo refiero a la manera en la que utilizas las prendas. Aunque portes prendas de diseñador, con los mejores textiles, pero resulta que o no son de tu talla o no te hacen lucir bien, se nota a kilómetros de distancia te ves incómodo y a veces hasta disfrazado o posado. Una persona que no pone atención a los detalles, da a pensar que no está a la altura de las circunstancias y en automático pasa a segundo término.
Por eso digo, que si te conoces (tiene que ver con aceptar tu lugar), sabes qué es lo que quieres proyectar y sabes perfectamente cómo usar tu ropa ya estás del otro lado.
Cuando trabajaba en publicidad, noté que la mayoría de los “uniformes” consistían en jeans rotísimos o sudaderas gigantes o el pelo desacomodado. Nos pasa a todos, la comodidad gana. Pero, cuando vas construyendo tu carrera profesional, un buen armario, es siempre tu aliado para crecer.
Quien destaca es el que lleva su propio uniforme de una manera tan natural, que pareciera como si costara un millón de dólares y el de a lado empieza a copiarlo.
Con amor,
Alix
Diseñadora y Asesora en Imagen
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